martes, 7 de abril de 2015

LOS GESTORES DEL AYUNTAMIENTO Y LA EMT DE MADRID A EXAMEN

Retirado ya de la política, a Alberto Ruiz-Gallardón (PP), el alcalde que cambió la fisonomía de Madrid y la anatomía de su Ayuntamiento y Empresas Municipales, como EMT con su plan estratégico, una empresa que siempre funcionó y fue ejemplo de empresa en toda Europa y ha conseguido que diera pérdidas con sus gastos excesivos y desmesurados, en material como un ejemplo de los muchos como cambiar el color a los autobuses por capricho y en personal metiendo a dedo y engordando una dirección en una empresa pública que hay que hacer oposiciones para poder entrar, le ha llegado la hora del examen final a su gestión municipal (2003-2011). Ana Botella concluyó su último mandato (2011-2015), al convertirse él en ministro de Justicia, pero serán las elecciones de mayo las que juzguen su legado, incluida Ana Botella.

Con una inversión de 10.457 millones en sus ocho años y medio de mandato. Duplicó, casi triplicó el presupuesto municipal, desde los 2.300 millones del último año de su predecesor, José María Álvarez del Manzano (PP), hasta los 5.300 millones de 2008, antes de la gran recesión. Pero también disparó la deuda, desde los 1.366 millones heredados de Álvarez del Manzano hasta los 6.453 millones que dejó a Botella, aunque en realidad la deuda fue mayor: sumando las empresas municipales y las facturas impagadas, rebasó los 9.000 millones de euros, y obligó a dos rescates consecutivos del Ministerio de Hacienda. El palacio de Cibeles, ese edificio es sólo el paradigma del gasto en obras, los sobrecostes de varias infraestructuras y la incapacidad para hallar utilidad a las finalizadas, agravado esto último por las tres candidaturas olímpicas fallidas. Usando la terminología del Comité Olímpico Internacional sobre edificios carísimos sin uso posible tras los Juegos.

¿Qué hace el comité de empresa de la EMT de Madrid?

¿El Ayuntamiento y a su vez la EMT de Madrid necesita un cambio en su gobierno y gestión?

Entre políticos que gestionan lo que no saben gestionar y políticos corruptos, a estas alturas, un ciudadano libre tiene la obligación de saber que votar a un Gobierno que no sabe gestionar o corrupto es un acto inmoral, que te hace cómplice de la situación. Te creías vacunado contra esa basura, pero un día el espejo ante el cual tu rostro se refleja, puede que te dé un veredicto fatídico: si de forma consciente votas a un político que no sabe gestionar o corrupto es porque tú en su caso harías exactamente lo mismo. Tampoco se salvan los sindicatos que no denuncian dichas situaciones.



Fuentes: El PAÍS.

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